Aunque en un principio no estaba interesado en la compra de una Nintendo Switch, tras valorar la calidad del hardware, la posibilidad de poder usar la consola tanto como una portátil (con una pantalla genial) como sobremesa me hizo decantarme por su compra. Y si a ello le sumamos que en su catálogo de lanzamiento cuenta con Breath of the Wild, pues fue la guinda al pastel. The Legend of Zelda: Breath of the Wild supone una vuelta de tuerca a la saga The Legend of Zelda. Cierto es que anteriormente (desde el Ocarina of Time) habíamos podido disfrutar de mundos en 3D, pero nunca habían sido tan abiertos como éste. La interacción con el entorno es sobresaliente, puesto que la física de los objetos y cómo éstos reaccionan entre sí está muy lograda. A ello hay que sumar una sensación de exploración muy conseguida, sea en búsqueda de tesoros o para acabar con ese enemigo que puede ser clave para abrir un cofre con suculentos objetos. A todo lo anterior hay que sumar un apartado técnico sorprendente para tratarse de una consola híbrido como Nintendo Switch. Tener la posibilidad de disfrutar de un juego como Breath of the Wild tanto en casa como fuera de ella es un auténtico lujo, y más teniendo en cuenta el apartado gráfico del título. Para finalizar, Nintendo Switch se ha estrenado por todo lo alto con este título, un vendeconsolas por méritos propios. A esto hay que sumar el reciente lanzamiento de Mario Kart 8 Deluxe, Splatoon 2 y próximamente Mario Odyssey y Xenoblade 2, por lo que, si Nintendo continúa con este flujo constante de títulos, se vislumbra un brillante futuro a la consola. Menos